No se trata de “fluir” si no de aprender a Ser en lo demás. Sujetos y sucesos.
Toda acción humana por trascendente que sea está revestida de un inmenso absurdo. Cuando se entiende ese absurdo se llega a la melancolía existencial como una forma. Entonces nada es tan trágico y nada es tan trascendente; y todos los grandes sucesos humanos son nimios, perdiéndose en la noche de los tiempos. Se paga el precio del aislamiento social y por ende de la soledad, marcada por la falta de empatía y cercanía de lo demás.
Pero también soledad y melancolía se vuelven una suerte de costumbre, y es entonces cuando conscientemente nada es tan trágico ni tan trascendente; y mi reino mínimo se vuelve infinito, universal.
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