Demasiada normalidad, como si lo normal fuera una virtud.
Extraño la tristeza del post sexo y el perfume del
alcohol trasnochado.
Mientras siga haciendo lo correcto tal vez muera de
aburrimiento, como todos los demás. Es agotador que el dolor se transforme en
apatía y en cinismo vacío.
La normalidad llena mis noches de insomnio.
Hace que lo que alguna vez fue sólido se vuelva
líquido.
El exceso de realidad me está matando. El esfuerzo hace que los días se desplomen
amontonándose.
Y sin embargo todos se ahogan en la misma mierda, pero a mi sólo me llega al cuello.
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