Nada significan las palabras,
salvo cuando son luz entre tinieblas.
El ser humano es malo por naturaleza.
El miedo lo impulsa a definir la vida de forma rudimentaria con una simpleza casi obscena.
Profesión, matrimonio, monogamia, patria, fidelidad, dinero, amistad…
Esa genealogía de su moral supuestamente sustentada en el bien, lo arroja inevitablemente al mal y a la mediocridad espiritual.
La vida no cabe en sus dogmas y en sus códigos mínimos.
No se puede preconcebir la vida.
Los hacedores de estrellas exhalaron
la más cruel de las órdenes
sobre el rebaño de lobos:
- Creced y multiplicaos.-
Muerte dulce enamorada de la Vida,
cuando tengas la amabilidad de abrazarme
y llevarme y besarme,
prometo estar listo
para volver a empezar.
Alecto, Tisífone y Megara
descargan alas martillo
en furioso viento temporal.
Sobre ventanas tapiadas
el viento martilla
cortinas de polvo.
Son sudario de la siesta
en la que agonizo,
inválido, estrecho,
incapaz de despertar
a pesar del esfuerzo descomunal
de contener mis lágrimas humanas.
Crimen y castigo
lágrimas sin alas.