viernes, 30 de noviembre de 2018

Capitán Con Sentido




Esta historia que te cuento, sucedió en la ciudad en la que vives:

Una ciudad de calles cortas y avenidas largas. 
Semáforos de tres colores, perros que mueven la cola, 
y un puente por donde pasa el tren.

En esta ciudad vive Lili. Lili es la mamá de Dante.
Dante es un niño que todos los días va al colegio 
aunque llueva o haga frío.

A Dante le gustan los dulces con forma de conejo,
regar las plantas de los parques, el color naranja,
y muy especialmente su colección de peluches. 




Faltan solo dos semanas para su cumpleaños.
Que es su día favorito del año, porque no todos los días se cumple un año entero más.

Pero, algo anda mal, muy mal…

Dante llega todos los días TRISTE de la escuela.

La risa ya no resbala de su boca tropezándose por la casa. 
Sus ojos que antes iluminaban de dorado los rincones,
se llenan de lágrimas redondas que ruedan de pena por el suelo.

Y eso está mal, muy pero muy mal,
porque todos los niños del mundo merecen ser felices.




Como se imaginarán, su mamá estaba preocupada 
y se entristecía mucho viéndolo triste:

Le pregunta con dulzura qué le pasa, 
le lleva dulces con forma de conejo,
le dibuja dinosaurios naranjas,
le deja caer cataratas de besos y abrazos por sorpresa…

Pero nada funciona.

Dante está triste y no sabe como explicar lo que siente.
Prefiere quedarse callado,
contado las nubes grises que se tejen en el cielo.




Pero la verdad, 
es que Dante tiene MIEDO.

Y eso está mal, muy pero muy mal.

Como ustedes saben, el miedo es un monstruo que vive en nuestros corazones,
lo llena de agujeros y lo arruga sin compasión.




Una mañana justo antes de ir a la escuela,
Lili encontró a Dante abrazado a sus mejores amigos:
Un lagarto amarillo,
un búho de plumas despeinadas,
un elefante con sombrero de copa,
y un tiburón con aletas de aviador.

Fue justo entonces cuando se le ocurrió la idea que cambiaría nuestra historia para mejor:
¡ Se pondría manos a la obra para hacer el peluche más maravilloso y fantástico de todos los tiempos ! 
¡ Un peluche tan pero tan especial, que ayudaría a Dante a resolver su tristeza y su miedo para siempre !

Revolvió estantes, cajones y buscó en el armario.
Encontró hilo de colores,
retazos de telas antiguas
y el relleno de un viejo dromedario.

Taló, podó y cortó.
Tejió, cosió y tramó.

Después de varias horas 
de mucho trabajar,
envuelto para regalo 
en papel celofán, 
estaba listo el peluche
al que llamó: Capitán.

Era un peluche muy diferente al resto, 
pero esas diferencias lo hacían ÚNICO Y MARAVILLOSO.




Capitán tenía poderes especiales.
Poderes que se expresan a través de los sentidos:

Una boca risueña que dice sin vergüenza lo que siente, dispuesta siempre a DIALOGAR.

Una mano muy grande para decir ¡ BASTA ! sin sentir MIEDO.

Una oreja y un ojo enormes, para ESCUCHAR, VER y ENTENDER, LOS PROBLEMAS DE LOS DEMÁS. 

Los pies al revés para ponerse siempre, pero siempre, EN LOS ZAPATOS DEL OTRO,

y un corazón extraordinario que palpita AMOR, COMPRENSIÓN y que sabe PERDONAR.

Pensándolo bien, 
a Capitán le faltan los apellidos.
Mejor vamos a llamarlo:
¡ Capitán Con Sentido !




Lili le fue explicando a Dante uno por uno, todos los poderes de Capitán.

Todas las tardes los tres se sentaban a tomar leche con chocolate,
mientras hablaban de los temas más bonitos para hablar:

El RESPETO, la AMISTAD,
 y por sobre todas las cosas: el AMOR.

El AMOR a las PERSONAS,  
y a la NATURALEZA toda.

AMOR al planeta de milagros en el que tenemos la inmensa fortuna de vivir rodeados de seres humanos, iguales a nosotros.
AMOR a las cosas pequeñas y a las pequeñas cosas.

Al mar que está hecho de gotas, 
y al UNIVERSO que como gotas, 
existe lleno de estrellas tibiamente luminosas.




Después de unos días, Dante tuvo la valentía para contarle todo a su mamá:

- Un niño en la escuela me molesta.- Dijo Dante.- 
- Pero gracias a Capitán, ya no me quiero quedar callado.-

              - Estoy segura de que hablarlo es la forma de solucionarlo.- Dijo su mamá.-
              - ¿ Qué te parece si nos ponemos en sus zapatos para ayudarlo ?          
                 Justo para eso es que Capitán tiene los pies al revés.-

               - Me parece una muy buena idea.- Dijo Dante.- 
               - Tal vez el niño se sienta muy sólo. A veces las cosas que no entendemos nos    
                  dan mucho miedo.- 

               - Es verdad.- Dijo su mamá.-
               - Piensa que Capitán puede ayudar también a tus amigos con la vista y el oído.        
                 Quedarse callado cuando ves y oyes que a otros niños les pasa lo mismo que a ti, 
                 es igual de malo.-

               - Voy a usar la gran mano de Capitán para decir basta.- Dijo Dante.-
               - Y su corazón gigante para entender, ayudar y perdonar.-

A la mamá de Dante se le dibujó una sonrisa con alas de mariposa. 
Estaba tan orgullosa de su hijo, como tu mamá lo está de ti:

Porque podemos tener gustos
ideas o sueños diferentes, 
pero eso nos hace ÚNICOS Y MARAVILLOSOS. 

Dante entendió las dos verdades más importantes que hay: 

1- TODOS tenemos SENTIMIENTOS y la sangre de color colorado.
2- TODOS los niños del mundo merecen ser FELICES.




El Capitán Con Sentido ayudó a Dante y juntos despertaron a su alegría que dormía la siesta:

La alegría de Dante era tan pero tan inmensa, 
que inundó la casa bajando como un río de abrazos a la ciudad entera.

Tengo que compartirla con mis amigos pensó:
y en el bolsillo de su mochila, como en un balcón lleno de flores,
acomodó a Capitán Con Sentido para llevarlo a la escuela.




Con la ayuda de la maestra y de todos los niños del colegio,
usaron los poderes mágicos de Capitán. 
Con una montaña muy alta de SOLIDARIDAD, 
muchísimo amor y helados de chocolate que repartió el director,
el patio del recreo se convirtió en el mejor lugar del mundo para CONVIVIR.

Al final, entre todos, decidieron ponerle a Capitán una capa roja, 
para que fuera un súper héroe de los de verdad, 
de los que no vuelan ni derriten cosas.




Esta historia de un niño como tú, de una mamá igualita a la tuya
y del Capitán Con Sentido, ha llegado a su fin.

Pero como seguramente se imaginarán ustedes, 
mis muy queridísimos amigos,
realmente esta historia, recién empieza…

¡ Y eso está bien, muy pero muy excelentemente bien !






martes, 27 de noviembre de 2018

Sin título




Que conmovedora es la existencia.
La vida es inmensa y enigmática.

Voy a extrañar lo amorosamente milagrosas
que son las más pequeñas,
de las pequeñas cosas.





viernes, 16 de noviembre de 2018

La seguridad social




Llego a la oficina donde se ejecuta la seguridad social unos quince minutos antes de que abran las puertas. La hilera de gente serpentea irregular hasta unos cincuenta metros más allá del umbral. 
Bandadas de aves migratorias se deslizan en el cielo buscando la calidez africana. 
Las miro pasar y como un presagio, me entran unas ganas inmensas de llorar.

Entro. 
Diligencio el debido formulario. 
Espero mi turno para pedir turno. 
Una vez que me dan turno, llega mi turno. 

Me atiende Carmen. Una señora mayor con la cara surcada de experiencia. Se ve que está orgullosa del papel que su rey le encomienda en la vida. Teclea con decisión, va al grano. 
Pero su rostro se tensa. Es fácil entender que algo no pasa según la expectativa de lo que corresponde. Unos minutos de indecisión después y con un inmenso esfuerzo, pide la ayuda de Laura.
Laura se acerca a la mesa con una pluma y un cuaderno. Es fácil ver que el cuaderno se plaga en sus hojas de intrincados arcanos. Laura se arrepiente, hesita. Vuelve a su escritorio y empuja su silla junto a la de Carmen. Es meticulosa en su tarea. Se demora unos tres minutos hasta parapetarse pluma en mano junto a su compañera de trincheras. 
Las hojas del cuaderno corren entre dedos nerviosos. 
Las teclas indecisas no encuentran caminos alternativos para salir del laberinto. 

Me revuelvo en la silla que hace frontera entre un cosmos lógico y el caos que claramente perdigo sin ningún tipo de vergüenza. Veo la desazón de Carmen, el malestar de Laura. Lamento existir, tergiversar su universo. Intento respirar con pequeños sorbos de aire. Bajo los ojos. 

Es entonces que la revelación abofetea a Carmen. Exultante mira a Laura desde una distancia incalculable, inalcanzable. Crispada y con la respiración entrecortada vocifera triunfante:  

- ¡ Es que el hombre aquí, es extranjero ! -

El espacio se llena de nada. Cientos de conciencias me desaprueban, me auscultan. Mi secreto abyecto me sofoca, me apoca. Lloro silencioso mientras mancillo el espacio que ocupo.

Laura se levanta de la silla dejando el cuaderno expuesto a miradas infieles. Ni siquiera acontece el instante y ya está de vuelta con un anciano de barba blanca. 
Todo su aspecto denota conocimiento vasto, inextricable. Lo llaman Chema, intuyo en su nombre el inefable nombre de dios. Su presencia me reconforta. Me da seguridad. Busco sus ojos, pero Chema no me mira. Con parsimonia y sapiencia recoge mis documentos de la mesa y susurra palabras con Carmen y Laura que no alcanzo a discernir. Midiendo cada movimiento, escrupulosamente anida en el escritorio de la esquina. Dilatado. Apartado. Resplandeciente. 

No puedo medir el tiempo que bombea la sangre que trona en mis oídos, que intuye lo eterno. Estoy sólo y avergonzado. 
Es mi limbo, mi purgatorio. 

Ya nada importa. Lloro abiertamente con ecos de niño.


La luz de Chema resplandece en mi sufrimiento.
Deposita una hoja fresca en las manos aún temblorosas de Carmen. 
Mira a Carmen. 
Mira a Laura. 
Lleno de misericordia me concede una mirada fugaz. 

Un cansancio de siglos me roe los huesos, pero estoy en paz. Entiendo que debo buscar ser redimido, que…

- ¡ Ya está ! – aúlla Carmen, mientras arremete contra mí, papel en ristra.