He sido
condenado al olvido,
desterrado a la
madrugada.
Forzado a soñar
sueños vacíos
y a despertar
sin mitologías.
Siento el triste
llanto de los lobos,
que desemboca
triste en mi ventana.
La melodía
lúgubre de la muerte
que refleja la
luna débil en los cristales.
El desaliento,
me obliga a los límites
descorazonados
de una cama vacía.
En la sombra de
los estantes se
refugian los
libros que jamás serán leídos.
( El frío y la
nada se me han hecho costumbre.)
( Me duele el eco del dolor fatigado.)
Y sin embargo
uso el instante,
para preguntar
dónde me esperan tus ojos.
En qué garganta
se esconde tu íntimo roce,
y tu risa serena, que silencia las voces.
y tu risa serena, que silencia las voces.