Desdoblado,
me asomo a veces a lo que fue. Son instantes apenas, donde me asumo como ese
cúmulo de decisiones, que me sientan hoy frente a los ojos que todo lo ven, que
todo lo saben.
Mis ojos.
(Es
parecido al sobresalto del teléfono que suena en la madrugada vacía. Si has
amado lo suficiente sabrás a que me refiero.)
Los
ojos vieron más allá de mil y una noches. Estuvieron atentos en el ágora,
percibiendo arcanos y conocimientos vedados. El desgaste de tantas eras, erosionaron al cuerpo, que
abandonó lo aprendido.
(Los
olores de los países rescatan momentos olvidados.)
Los
sentidos aciertan profecías y desentierran recuerdos.
No hay manera de
aferrarse a la costumbre.
Hay
que dejarse llevar y confiar en la sabiduría genética del instinto.
Quebrar el
maleficio, proclamarse libre y por vez primera, asomarse al mundo.
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