sábado, 18 de julio de 2015

Un evento monumental




Es una tarde tibia de colores profundos.
En el aire se mezclan los perfumes de las plantas del vivero.

No llegamos a almorzar, justo en ese proceso tan familiar de poner la mesa, suena el teléfono.

(Tenía el espacio justo y la privacidad necesaria.)

Sucede simplemente, como todo lo demás.  
Nos deja un poco más solos, sin su corte sereno.

El cielo bien azul, algunos pájaros cantan en el estacionamiento de los eucaliptos. 
Una nube grande se mueve despacio, más arriba del horizonte.

El resto sigue igual.

La farmacia, la panadería, gente pasando, autos.

Mi padre “se me ha muerto como el rayo" 
y lo extraño.



























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