Estuve en tu sepulcro
masticando la tierra
del dolor invariable
Fatigué mi paciencia
ignorando fragmentos
de esa vida rasgada
Desterré insomnios
imploré caricias
agotando lágrimas
y otra vez te apareces
en la noche helada
agazapada en mi sueño
Madrugada lúcida y vacía
Nunca la memoria me fue tan fiel
Me impone la costumbre interminable de la
tristeza
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