martes, 29 de enero de 2019

El fin del mundo




Este fragmento fue hallado en una botella vagando en el espacio exterior, en las proximidades de Andrómeda. 



Apenas dos días antes se anunció el fin del mundo. Una extraña emanación tóxica causada por hombres y mujeres, claro está, aniquilaría a todos los habitantes del planeta sin excepción. A todos. Sin excepción.

(Por supuesto la naturaleza que es sabia, además de selectiva, estima la extinción de la raza humana como algo bueno y necesario para salvar al resto. A todo el resto salvable.)

Con apenas escasas veinticuatro horas para asimilar la desaparición absoluta de los seres humanos del planeta y del universo, no hubo demasiado tiempo, ahora si valioso aparentemente, para planificar absolutamente nada.

El día siguiente al anuncio ocurrieron una serie de fenómenos inexplicables:

Descansaron los verdugos y los verdugos que amputan genitales. No se crearon nuevos impuestos para la clase media ni se pasaron reggaetones en la radio. Nadie abandonó un bebé muerto en un basurero ni pateó a un cachorro hasta matarlo. No se taló un solo árbol ni se regaron campos de golf con agua potable. No hubo adoración a los dioses en sus respectivos templos ni a las personas que los representan. No se arrojaron plásticos a los océanos ni se asesinaron ballenas. No hubieron corridas de toros ni caza furtiva. Ni un solo oso polar fue perseguido. Los niños esclavos de los buques factoría tuvieron asueto. Políticos y sindicalistas no robaron un centavo siquiera, mientras los multimillonarios entendieron el sin sentido del exceso. Ni un solo pinchazo de botox. Se postergó el nuevo trazado del mapa africano en manos de Europa. Se postergó la yihad. Estados Unidos no invadió ningún país en nombre de la libertad. China no copió ni robó una sola patente. Rusia entendió prudente no anexar más territorio por la fuerza. Los padres pasaron el día entero con sus hijos. Internet estuvo desierta. No se registró ni un movimiento en redes sociales y nadie sacó una selfie. No existieron casos de déficit de atención o bipolaridad. Ni una sola hamburguesa vendió McDonalds. Ni una sola píldora vendieron las farmacéuticas. Todos olvidaron la palabra todes a lo largo de toda la jornada. No hubo tráfico, mentiras o engaños. Todos los habitantes del globo abrieron al menos un libro. Se compartieron mesas sin hacer distinciones de ninguna clase, en las que básicamente se mantuvo un diálogo inteligente, fluido, constructivo, respetuoso, razonado. Se intercambió amor del incondicional, del único y verdadero. El único dueño de las cosas fue la necesidad y nadie sintió ganas de violar, matar, robar, estafar, difamar, incendiar, traficar, secuestrar y etc. 

En fin, la lista de toda esta suerte de sin sentidos fue interminable, sosteniéndose a lo largo y a lo ancho de toda la jornada.


Afortunadamente una valiente élite de hombres y mujeres, claro está, todopoderosos, resistieron valientemente en un bunker de estos que resisten tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas, pestes, hambre, la volatilidad de los mercados, crisis, guerras nucleares, guerras de precios, guerras químicas, los transgénicos, la inflación, la tiranía, los pesticidas, el fraude, la política, el calentamiento global, las burbujas inmobiliarias y etc.

Al momento de abandonar valientemente el bunker constataron que la masa si bien no estaba muerta, se había quedado ciega a causa de un efecto colateral de la extraña emanación tóxica.

Les costó un buen rato, que osciló entre los dos y los tres minutos, sobreponerse a la alegría denodada y desenfrenada que evidencia saberse los únicos videntes y el todavía aún más denodado e inmenso poder que ello les procuraría sobre la raza humana. 

Al ver sin embargo, que se mantenía el mismo comportamiento inaceptable del día anterior, decidieron reclutar una  hueste de científicos para que elaboraran un antídoto que llevara a homo sapiens a recuperar el sentido común y esas maravillosas costumbres que hacen a la condición humana. 

Se estima que en un plazo no mayor a seis días estará listo. Aparentemente el séptimo día lo dedicarán a descansar.





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