Hay demasiado
ruido en el mundo, demasiado grito.
Ya no hay susurro, ya no hay silencio.
Ya no hay susurro, ya no hay silencio.
No escucho a los pájaros ni a las ballenas.
Han muerto, han decidido en callar para siempre.
No escucho al
tiempo dolcissimo que trasciende las hojas.
No alcanzo a escuchar mi respiración.
No percibo
ningún milagro alrededor
y me duele la
sangre.
Voy a dejar
de escribir para que dejes de leerme.
Te lo ruego, hagamos silencio.
Que se
prolongue, que nos moje el
alma.
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