El sol del atardecer acaricia tu cuerpo y tus ojos.
Sumerge, baña, y envuelve sumiso todos tus sentidos.
El aire es vida en tus pulmones y el mundo es un jardín.
( Una brisa leve te instala en
el instante siguiente. En tu calle, en tu piel. )
Pero ya no eres igual.
Acabas de presenciar un milagro.
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