El hombre suelta una bocanada de humo azulado.
Mira los tallos de las flores.
Mira a la mujer:
Mira a la mujer:
– Estas margaritas son gotas de sol, tengo que
cambiarles el agua. Llevan más de una semana invariables, en el mismo jarrón. Se
ahogan. –
La mujer lo mira, y piensa en alguien más.
Mira su copa:
Mira su copa:
– Puedes seguirme si quieres, pero tienes que saber
que por tu causa no puedo descansar.
Tienes que entender que por ti, busco en el resto. –
Se hunde la noche en la ventana cerrada. En el río lánguido flota hecha retazos.
Se hunde en los pechos, en los cuencos
anegados de soledad, y también en tu alma.
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