lunes, 5 de diciembre de 2016

Diciembre 2016




Soy más viejo que la cara del espejo.
La imagen me sumerge en un desamparo
más vasto que las sombras de la noche.
El mundo de los hombres me aburre,
y no alcanzo sus anhelos o temores.
Sus instrumentos me son tan ajenos
que me disipo en un mundo de letras.
Me obligo a musitar el inefable
nombre de un Dios que no existe y nunca fue.
Tampoco hay ya mujeres en mi vida.
No soy más que un eco de mil y una noches,
conjurando recuerdos falaces
en el afán de mitigar desdichas remotas.





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